Recuerdo que una noche al estar dormida, escuche una voz que me decía:
-- levántate!
De verdad que tenía el sueño muy pesado pues el día anerior había sido árduo y cansado. Recuerdo que sólo murmure:
-- estoy muy cansada y me volví a acomodar.
Nuevamente escuche esa voz amable pero firme:
-- levántate!
-- tengo mucho sueño... (pensé que sería el ángel que me visitaba, pero yo estaba en realidad rendida)
-- levántate!
-- al rato me tengo que levantar para preparar a mis hijos para ir a la escuela (la verdad ni idea tenía de la hora que era, sólo lo dije)
-- Si yo quiero el tiempo se detiene!
Entonces si que me desperté, dije: ¿quién puede detener el tiempo?
Recibí un mensaje en el que se me dijo que era necesario cambiar la conciencia de los seres humanos, que para que las cosas y los hechos sucedieran y para revertir las cosas que estan pasando, se necesita del profundo amor, esto es con una fé muy firme, que nosotros somos quienes con muestras acciones podemos cambiar el rumbo del planeta, que es necesario que cambiemos los seres humanos para bien, se puede leer en romanos 8 el mensaje, ya que esta cita resume el mensaje que me fue dicho.
Esta experiencia me dejo realmente confundida, así que fuí con un sacerdote experto en espiritualidad y le comente lo que me había sucedido. Me comento que el enemigo a veces se disfraza de bien, pero que debemos estar alertas, atentos.
Me dió una oracion de San Ignacio de Loyola me dijo que orara de esa manera y que abriera todos mis sentidos. La verdad a mi me dió un poco de temor, pero luego de pasados 2 o 3 meses, no lo recuerdo con exactitud. Ore como me había indicado ese sacerdote y mi sorpresa fué que al estarlo haciendo me llego un exquisito aroma entre nardos y jazmines, me toco el Espírutu Santo y no podía parar de lloriquear. Alabado sea su Santo nombre por los siglos de los siglos. Amén.
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