lunes, 28 de septiembre de 2009

Aprender a Volar


Hace apenas unos meses, Jesús me invito a que lo siguiera... a que fuera una discipula suya.


Sin embargo yo le dije que si quería hacerlo de corazón, pero que ahora era una persona sin trabajo y con muchas deudas por delante que me distraían y no aquietaban mi mente.


Le dije que si lo haría pero que me esperara tantito a salir de esa mala racha.


A lo que Él con su quietud e infinito amor y ternura sólo atino a decirme:-- ¡Pobrecita mía!, te han hecho mucho daño, pero no te preocupes que yo te daré unas grandes alas con las que podrás volar.


Sentí una maravillosa sensación que atravesó mi alma y una enorme paz, me sentí reconfortada.


Desde esa fecha hasta ahora ha pasado casi un año...

--mis problemas se disuelven paulatinamente -- pensé.


Ahora si en un nuevo diálogo con Jesús, me atreví a preguntarle y comence de la siguiente manera:

-- Mi querido Jusús, tu sabes que te quiero y que te adoro y que ahora ya estoy casi desocupada y dispuesta a realizar tu encomienda, pero dime: ¿cuándo me darás esas grandes alas que me prometiste para poder volar?


A lo que con su voz característica tierna y comprensiva me dijo:
-- Querida Hijita, las grandes alas que te prometí, ya las tienes sólo que no te has dado cuenta.


¡YA PUEDES VOLAR!


Ahora simplemente te falta empezar a aletear para que puedas aprender a volar.

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